Conoceme

Foto de Oscar Farias

La danza para mí está marcada por dos momentos clave.

El primero fue de niño, cuando mi padre, mi hermano y yo nos subíamos a la bicicleta y recorríamos la ciudad en busca de actividades que nos inspiraran. A veces era el fútbol, otras la pintura o el ajedrez. Y luego, finalmente, apareció la danza.

Así descubrí la danza: como un aprendizaje constante, con la curiosidad de dos ruedas y mis compañeros de aventuras a mi lado.

El segundo momento fue en casa, los fines de semana, cuando mis hermanos y yo nos dedicábamos a reorganizar los muebles, transformando el espacio mientras ellos bailaban cumbia, cantaban y tomaban fotos. Yo los observaba, fascinado por lo que hacían con sus cuerpos, cómo se entendían sin necesidad de palabras. Esa fue la primera vez que fui público de la danza, sin saber aún lo que estaba viendo.

Supe lo que era la danza, antes de tener palabras para describirla.

Así fue como la danza llegó a mí: gracias al apoyo de mis padres, al deseo de mi hermano por bailar y a las cumbias de mis hermanos en casa.

No me veo desde afuera de un hecho artístico. Me siento inmerso en el movimiento constante de la vida. El arte me conecta con personas que, a su vez, conectan con otras, creando una red de relaciones de la que me siento parte. Una red que busca, ofrece y también atraviesa el duelo de lo que se transforma sin detenerse, convirtiéndose en lo que vivo.

Hoy me doy la oportunidad de jugar con la danza. Hace tiempo que duelé a mi bailarín, y ahora es mi artista quien toma las riendas, proponiéndome nuevas estrategias, como en un tablero de mesa.

En mis clases, en los espacios en los que vivo la danza, intento generar un ambiente de aventura y exploración. Suelo decir frases que abren caminos y los alumnos juegan a interpretarlas. Eso me divierte aún más, porque en sus cuerpos veo una realidad que a veces ni yo imaginaba.

Me doy cuenta de que el verdadero camino no está en las palabras, sino en sus cuerpos cuando danzan, como aquella primera vez que vi a mis hermanos bailar, sin saber entonces lo que veía.

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